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Carmen Sánchez Gaia

 

Esta tarde en azul
frente a lunas tempranas
juré no volver a pensar en ti.
Ha empezado a gustarme
la persona que soy
cuando no estoy contigo.
 
 
 
Me duelen los silencios
cuando no me dicen nada,
me abandonan e invitan
a buscar fuera de mí.
Una tarta de arándanos
o el mejor cuento
hecho realidad
no suplen el vacío.
Entre píldoras amargas
aparecen sonrisas,
el sabor de una manzana,
la feliz soledad
y ese canto de un mirlo
que llega al corazón. Más tarde
olas y suspiros,
jadeos y susurros
ablandan
las piedras del camino.
Y así la vida.
 
 
 
Ángel González hoy cumpliría noventa y siete años.(6 de septiembre de 2022)
 
Por aquí pasa un río.
Por aquí tus pisadas
fueron embelleciendo las arenas, aclarando las aguas,
puliendo los guijarros, perdonando
a las embelesadas
azucenas...
 
No vas tú por el río:
es el río el que anda
detrás de ti, buscando en ti
el reflejo, mirándose en tu espalda.
Si vas deprisa, el río se apresura.
Si vas despacio el agua se remansa.
 
 
Pasear playas
mientras la luna llena.
deshoja sueños.
 
 
 
Que fácil sería cerrar el alma
cuando nos duele,
apartarse de la primera línea
y regresar adentro,
dejar pasar un tiempo,
barrer los antiguos suspiros,
escuchar el silencio y su verdad
sin aderezos,
buscar la caricia del arrullo
que nos recuerda
que siempre sale el sol.
 
 
 
Bajo palio de un velo de flor
buscas refugio para días difíciles,
cárdenos frutos de otoño
alimentan estómagos arrugados
por heridas de sombras.
Recuerdas alfombras verdes
con margaritas y plantagos
retozando juegos infantiles
y tejos con espinas a medida
que avanzan años de camino.
Y hoy una lágrima, gota de rocío,
pende como tela de araña
sobre el jazmín que corta el paso
y se enreda al lado de mi puerta.
 
 
 
Hoy habló el silencio
al deslizar por las aguas
un nuevo susurro
y una sonrisa imaginada
que le dice a ese cielo
avive el azul, aleje
todas las nubes
y abrigue este verde
atardecer.
¡No es inútil el silencio!
 
 
 
Debí odiarte aquel día
que blandiste tu espada.
Debí devolverte
con la misma medida
que tú regalaste al otro.
Frente a ti decidí
parar el golpe en seco.
No merecías ni tan siquiera
mi desprecio,
tal solo eras un hombre débil
bañado por la sombra
que en ti proyectaban
todos los amos del mundo.
Pero todos somos uno mismo
o al menos de la misma condición
y los viejos fantasmas
siempre vuelven.
Y algunas veces hasta abrazan.
 
 
 
Y si es otoño,
dónde estás que no reposas,
y si es otoño,
por qué quemas
por qué buscas y suspiras,
por qué tiemblas y derrotas,
por qué explotas y brioso
navegas.
 

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